lunes, 3 de diciembre de 2012

Diálogo interior I. "Me quedo con el invierno".


 A veces confundo estar triste con necesitarle. Y el invierno con la falta de (su) calor.

Creo que vivir no es más que una secuencia de días que observamos desde la butaca. Creo se me han acabado las palomitas.

(Quiero irme de aquí.)

Y me equivoco. Lo siento, pequeña, pero estoy harta de pensar cosas deprimentes. Sal y cómete el mundo. O comete el robo de una nube, que nos hace falta un poco de algodón de azúcar.

Quererle no es pensar en él cuando necesitas un puñetero abrazo. No es tu rayo de luz en mitad del invierno, para iluminarte ya está el Sol.

Recuerda que siempre te ha gustado el invierno. Refugiarte bajo las capas de ropa y llevar la nariz roja y fría. Y los mofletes -nunca he sabido qué hacer con ellos-. Tocar espaldas con las manos heladas y el brinco que dan todos. Las cartas de felicitación. El carbón de reyes. 

(Debería hablaros un día de las cartas.)

Que le den a la primavera, podemos ser flores de invierno.

O ese mismo rayo de Sol.

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