Pocas cosas me dan más miedo que los crucifijos de los hospitales.
Ese amasijo de huesos puntiagudos que nos recuerdan como van a acabar nuestros seres queridos.
Que Jesús era vida, acordaos. Por qué lo colocáis con cara de muerte. El pelo le resbala negro como la capucha de la parca y dejo de acordarme de que quiere significar la resurrección.
Quién lo diría, viendo cómo lo ponéis encima de las camas y parece que podría absorber toda la vida de su cuerpo enfermo porque la figura está tan fría y tan inerte.
Que la vida es vida por la muerte lo comprendo. Pero no entiendo esa forma de demostrárnoslo en cada hospital.
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