domingo, 3 de febrero de 2013

Como para que luego os enamoréis de mí.

Tengo los labios tan rojos y los pies tan fríos que a su lado el invierno parece el infierno en primavera.
Y dejad de mirarme cuando río, que el erotismo se parece tanto a bailar que no quiero que me imaginéis.
O quizás sí.
Y tal vez sea tan libre, o tan zorra. Pero, desde luego, le da igual.

No sé parar, ni empezar indirectas y a pesar de eso (y quizás por eso) sigo teniendo frío en los pies. Y del corazón ni hablamos porque su temperatura es salada, como las olas en cada llanto.

Deja de escribir que empiezas a dudar de que te ayude, recuerda que solo quieres dormir y "mañana será otro día". Desmaquíllate una vez más, como si no hubiera pasado nada y no hubieras salido de casa este sábado -hace año y medio- y no hubieras hecho daño a nadie.

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