Voy a pintarme las mejillas con tu sangre, y los labios rojos con tus ganas.
Me haré mil trenzas por cada mañana que pases desenredándome el pelo y Penélope tendrá que entregarnos Ítaca y Sansón se arrodillará.
Levantaré una valla a mordiscos alrededor de tu ombligo, un salvavidas con las piernas sobre tus caderas.
Pasaré por tu vida tan fuerte que ninguna otra bala perdida te hará una marca tan profunda como la huella de mis tacones
en tu pellejo.
Así que, chico, no te enamores. Y recuerda que "el que avisa no es traidor".
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