domingo, 21 de julio de 2013

Cosas en una carretera y un domingo.

El otro día mis padres se preocupaban por la salud de los carteros (andan cada vez menos pero se siguen muriendo), y juro que no había visto nada tan tierno en mucho tiempo.
Después comenzaron a hablar de su infancia, y todo me lo imaginaba con un filtro en sepia, y con sus mofletes rosados.
Creo que les escuchaba porque les hacía felices contarlo. Debe ser otro modo de hacer el amor: a mí me hace feliz escuchar a gente que ama lo que cuenta, con el brillo en los ojos de que sí, tiempos pasados fueron distintos, pero fueron suyos.
Aunque iba pensando que solo fueron tiempos mejores para los que quedamos por aquí sin haberlos presenciado, pero no para los que los vivieron, porque su tiempo, antes o después, nunca puede ser mejor que ellos.


Quizás me estoy liando, pero es que estoy deseando irme y ya sé lo que voy a echar de menos: lo he guardado en el fondo de una maleta que aun no he llenado, bajo la ropa interior que sigue en el cajón y junto el maquillaje,

para qué os voy a engañar, acabaré metiéndolo todo en un gurruño de lágrimas, risas, repelente de mosquitos en cantidades industriales y calcetines, y cuando tenga que sacar algo de la maleta me encontraré con algún momento que se deslizó, antes de que pusiera el candado, para sorprenderme con las defensas bajas.
Y si lloro será porque decir adiós también pica bastante, -abrazos de chile-.

En realidad, soy lo suficientemente insensata como para que los cambios no me den demasiado fuerte en la cara y

podemos seguir sobreviviendo un poco porque también tengo miedo de sobra para todos.

Menos mal que también podemos repartirnos mi alegría.


Pero bueno
ya sabéis,
a mí la vida entera me sabe a despedida.

viernes, 12 de julio de 2013

A las antropolocas, porque estos meses las echaré de menos.

Mei  de   hai
    
An   jing  huo
    
Re    da     ai *
    

Dominada por las dudas
Escuchas, hablar y ríes
Llama pequeña que
Incendia
Asombrosos horizontes

Ante tu sonrisa todo se cura
Lava cae suave por tus hombros
Inunda con sentido común nuestra locura
Cabeza roja, reina de los volcanes
Intentas disimular ante mortales pero
Alas tu imaginación tiene

A lo lejos se oye el cascabel
No me olvido ya del 15 de mayo
Alegría mañana tarde y noche
Importante salvadora de desmayos

Indiscutible y afamada
Reina de la ironía
Eres cercana y de vergüenza nada.
No sufras más, Irene,
Edén te espera

A lo mejor no lo sabes pero
Loca y libre
Brotas en tierras gallegas,
A por los tres años.


*
(měi)   ()  (hǎi)
(ān)   (jìng)  (huǒ)
()   ()  (ài)

Belleza del mar,
Fuego tranquilo,
Gran amor ardiente/pasión.

domingo, 7 de julio de 2013

Cosas bonitas y sangrientas. Que durmáis bien.

Arrancarme las venas desde la punta de los dedos. Tirar como de cables, oír cómo se separan de sus canales, la sangre derramándose por todos lados. Dentro y fuera de mi cuerpo.

Arañazos en las costillas, abriendo nuevos surcos para acariciar con la autodestrucción. Las uñas clavándose y tirando de los huesos. El pecho abierto.

Miles de golpes y de cortes en la piel   rojo morado salado calor odio. Lunares en el centro para vuestras putas metáforas de los planetas. Esto es Marte.

Pulmones agujereados, desinflados y podridos tras cada exhalación. Los intestinos desparramados por el suelo, formando la soga con la que me ahorco.

Los ojos fuera de sus cuencas con el cazo de un cajón de cocina, a ver si así llego al cerebro y me lo llevo por delante. Llorar sesos.

El corazón bombeante colgando de un cuerpo, inútil y desvalido, sin esperarse el puñetazo que me llena la sangre de muerte pringosa que lamo entre los dedos.

Y un dardo en cada víscera que me quedaba entera.

*  *  *

Esto es lo más bonito que se me ocurre últimamente ante tanta falsedad y mentiras.

martes, 2 de julio de 2013

Reniego tantas veces de la poesía

Estoy harta de las metáforas. De qué sirve la poesía si no puedo explicar a un sordo las últimas tres o cuatro notas de mi versión preferida del Lay, Lady, Lay. Preferida porque tiene este final.


Escucha, es cómo la tinta que aparece en el boli acabado cuando solo te falta poner tu nombre en el examen,
es el ultimo salto de cabeza a la piscina antes de correr al vestuario,
mirar el cielo que llevaba encapotado toda la noche y, justo antes de entrar otra vez en casa, ver la luna,
el olor a recién comprado de un libro de biblioteca,

(no sé, algo triste pero feliz y privado)

la tarta de zanahoria sorpresa del día en que no-celebramos-absolutamente-nada,
el mechón de pelo que se escapa de su coleta por el cogote, alrededor de su cuello, y en el que solo reparas cuando se marcha,
rozar uno de tus juguetes antiguos con las yemas de los dedos mientras buscas bajo la cama unos apuntes de física cuántica,
ese pequeño punto que solo el pintor sabe que falta, la razón por la que no puedes ver el cuadro todavía,
encontrar el rojo adecuado en el cajón cuando el pintauñas que usabas se gasta antes de llegar al meñique derecho,
la pizca de zumo de piña y uva que hay en la nevera cuando llegas de la calle.

No sé, un beso de bienvenida color naranja.

Algo inesperado. Ilógico.


*   *   *

Cómo queréis que me crea vuestras definiciones de amor si la mayor parte del tiempo tampoco me creo las mías.