sábado, 25 de enero de 2014

Trastorno alimenticio o cómo intentar explicar un poco toda esta locura.

Morado y blanco se disputan un territorio
que antes fuera rojo niñez,
y tú no tienes fuerza para luchar.
En vez de víveres recibes balas de cañón que van matando al primer loco que se ponga en tu camino
(que suele ser alguien de tu bando).
Montañas de huesos no paran los golpes cuando los guantes tienen un forro de papel de lija.
Y las trenzas de los guerreros están descoloridas y no sirven para cantar sus glorias.
Ni siquiera la voz acompaña al arpa de costillas 
que antes fuera de tus cosquillas
de enemigos -tristes amigos- tan rendidos que se van sin decir adiós, buscando un beso de buenas noches.
Y así cada mañana comienza la batalla de autodestrucción y antropofagia del propio corazón, que el mejor rival es aquel que tiene más fuerza que tú.

Perdona, ojalá no ganes esta guerra.
Y bombea un poco de sangre en las mejillas para dejar de derramarla sobre el banquete.

1 comentario:

  1. Recuerdo que te leí hace bastante, hoy he vuelto a caer aquí por casualidad. Será el destino o que escribes tan bonito que algo me atrae hasta tu blog. Voy directa a seguirte y te dejo mi blog por si te apetece www.fueenunaciudadsinmar.blogspot.com

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